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/Actualidad FEV/

               La Dieta

       Mediterránea y


                 el vino

















                                             La dieta mediterránea fascina al mundo desde
                                             que saltó a la fama hace más de una década
                                             como una de las dietas más sanas y los inves-
                                             tigadores prosiguen sus estudios para descu-
                                             brir las bases científicas que se ocultan detrás
                                             de ella. Aunque el primero en dar publicidad a
                                             esta dieta fue un médico estadounidense des-
                                             tinado en Italia durante la II Guerra Mundial,
                                             fue un estudio de Harvard sobre sus benefi-
                                             cios publicado en 1995 el que contribuyó defi-
                                             nitivamente a la popularidad de ésta.
                                             La dieta tradicional, originaria de los países de
                                             la región mediterránea, se caracteriza por una
                                             elevada ingesta de frutas y verduras frescas,
                                             semillas,  frutos  secos,  cereales  y  pescado  y
                                             un consumo bajo de carnes, especialmente
                                             las rojas, con el aceite de oliva como principal
                                             fuente de grasas y, por supuesto, una ingesta
                                             moderada y diaria de vino (normalmente tinto)
                                             como acompañamiento de las comidas.
                                             Estudios realizados han descubierto una aso-
                                             ciación positiva entre un seguimiento estricto
                                             de este régimen alimentario y un incremento en
                                             la esperanza de vida, además de una reduc-
                                             ción de los riesgos de padecer enfermedades
                                             debilitantes, como la enfermedad cardiovas-
                                             cular, la diabetes de tipo 2 y el Alzheimer.
                                             La UNESCO reconoció  en 2011 la impor-
                                             tancia de la dieta mediterránea y la inclu-
                                             yó en el Patrimonio Cultural Inmaterial de la
                                             Humanidad.
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