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amigos, con lo que conlleva de alegría de vi-  lica, un sacerdote tan ortodoxo, buen teólogo
         vir, puede seguramente generar un parecido   y espiritual como Bernardino M. Hernando,
         efecto nutricional a la de una larga sesión de   en su libro “EL GRANO DE MOSTAZA”, en su
         “footing”, en un parque desconocido entre las   página 88, afirma: “Todavía hay cristianos que
         sombras de la noche.                  confunden la gastronomía con la gula… la glo-
         Me parece realmente irónico, si no fuera dra-  tonería es un pecado y la gastronomía una vir-
         mático, que en España, el lugar del mundo   tud. Sí, sí, una virtud.
         en donde probablemente más certeramente   El moderado y afinado disfrute de los bienes
         pueda localizarse el corazón de la dieta me-  de este mundo, entre los que destaca la co-
         diterránea, Patrimonio Cultural Inmaterial de la   mida, es una virtud tan poderosa e importan-
         Humanidad, e incluso su origen, como mode-  te como pueda serlo la austeridad… Puede
         lo alimentario prudente y equilibrado, es uno   ser gastrónomo quien ha de conformarse con
         de los países donde menos se respetan sus   unas patatas cocidas. ¡Hay tantas maneras de
         postulados, vivimos mediterráneamente.  cocer bien y mal unas patatas!”.
         El gusto, sentido pecaminoso          Acaso esta “mala prensa” que, como digo, va
         Durante demasiado tiempo se pensó que los   cambiando, fue la responsable de que los co-
         sentidos realmente espirituales eran la vista y el   nocimientos alimentarios no se incorporaran al
         oído, el olfato quedaba para los perfumistas y   sistema educativo. Se optaba, en cambio, por
         los oportunistas y el gusto y el tacto eran con-  educar la vista para las artes plásticas y el oído
         siderados, con demasiada frecuencia, senti-  para la música, dejando de lado el gusto, que
         dos pecaminosos, representados por la gula y   equivale a alimentación y gastronomía. Craso
         la lujuria, dos pecados capitales. En efecto, en   error que, sin lugar a dudas, ha repercutido en
         las religiones más importantes, el comer poco,   muchas enfermedades de nuestro tiempo.
         o estropear el sabor de los guisos para no de-
         leitarse con los mismos se consideraba muy
         meritorio. Hoy día, se van produciendo algu-
         nos cambios. Por ejemplo, en la religión cató-  RAG
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